
UN TEXTO DE
Traducción de
Todo comenzó con Salt Bae. Cola de caballo engominada, lentes redondos estilo Lennon y una camisa abierta que deja ver su torso velludo, este carnicero turco provisto de un tremendo cuchillo inunda internet con videos que muestran su arte de cortar trozos de carne. Con la mayor calma, dispone los filetes y completa su obra con un método de salar inédito: con el brazo dibujando la silueta de un cisne, el codo plegado y levantado a la altura de la sien y la muñeca torcida, arroja la sal con fingida despreocupación. De este comienzo de 2017, recordaremos sobre todo que el estilo no puede sacrificarse en al altar de la eficiencia.
El comienzo del año es propicio a las máximas. Fustigar al que éramos apenas ayer, imaginarse un yo fantástico que va extinguiéndose en la medida en que se lo invoca, individuo demasiado perfecto para no ser visto con recelo. Se terminó la diversión. Pasado el entusiasmo por el salador compulsivo, la necesidad de inocular algo de sentido se hace esperar. A tal efecto, Roll Safe se planta pese a él como adalid de la lógica implacable, del aforismo erigido en meme. Dedo sobre la sien, sonrisa leve y expresión pícara, se le atribuyen a su actitud discursos siempre marcados por la lucidez de la resignación: «No corres el riesgo de arruinarte si eres pobre», «Nadie te engañará si sigues soltero», «Nada podrá destruir los sueños que no tienes». En 2017, la ambición es no tener sueños.
Afortunadamente los otros existen, porque reírse de uno mismo no es para todo el mundo. Sobre todo aquellos cuya situación trágica suscita primero la empatía, para ser luego neutralizada en nombre de la irrisión. En primavera, Meryem, invitada a un programa que trata de los miedos primitivos, entiende que va a tener que enfrentarse a su fobia, las cucarachas. Entonces su rostro cambia, sus mejillas se crispan y su voz se distorsiona al anunciar casi ahogándose que no vino para sufrir. Yepco, joven youtuber de Chalon-sur-Saône, es por su parte agredido por jovencitas en directo en Périscope y pide con esmero a sus seguidores que llamen a la policía: «Llamen a los guarda, por favor». Si el empleo lamentable de la jerga suburbana («guarda» no quiere decir policía, sino “¡cuidado!”, “¡atención!”) participa del patetismo de la situación, es porque la diferencia entre los hechos y la intensidad dramática inyectada por Yepco suscita las burlas. Finalmente, Meryem y Yepco, víctimas con previo consentimiento, se convierten en testigos del miedo que debilita, del ridículo que se ampara de nosotros cuando nos vence la fragilidad; y también de la propensión a buscar lo que no se nos ha perdido cuando ni siquiera somos capaces de asumir las consecuencias.
En verano, el pequeño Adrián hace reír a todo el internet con su broma «¿qué es verde y espera? La pera». En 2017, todavía nos reímos de bromas de mierda. A menos que seamos aguafiestas, o que nos interesen los verdaderos problemas.
Después de las vacaciones, nos toca el meme de la pareja en la cama, él de espaldas, ella mirándolo por encima del hombro y preguntándose en qué está pensando. Sus pensamientos no coinciden nunca. Sobre todo cuando ella se pregunta si él piensa en otras mujeres mientras este se imagina que los conejos serían aterradores si midieran lo mismo que los humanos. Al mismo tiempo, los amantes del rap y los textos construidos tienen la posibilidad de extasiarse con Big Shaq, rapero inglés que, al micrófono de una radio, realiza una performance que consiste en esparcir onomatopeyas durante más de 45 segundos, produciendo una estrofa que dará la vuelta al mundo y en la cual las palabras brillan por su ausencia. Se siente aquí la aparición de una neolengua cuya intención expresa el mensaje, cuyo fenómeno tiene sentido por su tonalidad. Manifiestamente, el 2017 se mueve hacia el absoluto.
Desde hace algunas semanas, el juego del círculo goza de una consideración general. Este círculo formado con los dedos le da a quien lo muestra el derecho de golpear a aquel que lo ve sin poder reaccionar. Millones de internautas intercambian videos-trampas que demuestran que todas las razones son buenas para darse una paliza, siempre y cuando lo volvamos algo legítimo.
No hay viralidad sin intercambio. En 2017, se trató de reír como fuere. Incluso de buscar el disfrute de los demás.