
PATO DE MADERA
LUCÍA EHRLICH
Tengo una desconfianza particular hacia un montón de gente. La gente que no se copa mucho con los dulces, la gente que elige entre los gatos y los perros, la gente que se copa más con las cosas grandes que con las cosas chiquitas. Que entre castillo e insecto eligen castillo entre pileta y lunar, pileta.
Me fascinan las cosas chicas. Cuánto más chicas, mejor. Se pueden esconder. Nadie sabe que están ahí. Se pierden muy fácil y entonces hay que desarrollar estrategias para saber dónde están. Ponerlas en una cajita por ejemplo. Y la cosa mejor mejor es la que no sirve para nada. Es solo por placer. Mirarla, tomarla entre las manos, inventarle historias. Ahí está toda la ternura del asunto.
En casa todo el mundo colecciona cosas chiquitas. Mi padre viaja seguido por temas científicos. En general no tiene tiempo para pasear dice. Tiene el tiempo justo para traer cosas chicas. Casi siempre animales. De madera metal cerámica. Tortugas patos pingüinos. Todo lo que mi padre trae mi madre lo pone en las estanterías del living en modo trofeo.
Mi madre las cosas chicas de ella las ordena preciosamente en cajitas que ordena en otra caja más grande que pone en un cajón debajo de sus medias y bombachas. De vez en cuando hablamos de algo, una historia, un recuerdo, el cumpleaños de no sé qué tipa vieja de donde me llevé una cuchara y me puse a cantar con el señor que tocaba la guitarra, y se va sin decir nada a su cuarto y vuelve unos minutos después con un botoncito del vestido que yo llevaba ese día. Y cada vez hace eso. Vuelve con un diente un pedazo de vaso roto de joya de tela de azulejo un boleto de subte una servilleta una media una estampilla.
Mi hermana Nilia es más bien castillo pileta. Pero su compañero le ofreció una cosa increíble increíble. Son PER FU MI TOS. Cinco. Los descubrí una vez en su estantería mientras ella dormía una siesta y casi lloré. La cosa más bella que vi alguna vez pensé. Arte de verdad pensé. Después ella me dijo see, es que no tiene plata para comprar uno de verdad. No entiendo nada de esta tipa.
Mi hermano no vive con nosotros no lo veo nunca. No sé si le gustan las cosas chiquitas, si come dulces, en qué anda con los perros y los gatos.
Mi hermana Leticia es la reina del plástico. Tiene un montón de personajitos de star wars, y playmobil. Accesorios de barbie de toda clase. Con mi madre casi no discutimos. Estamos de acuerdo en casi todo. Cada vez que ella habla pienso que tiene razón. Y cuando hablo yo ella siempre me dice que tengo razón. Salvo por el plástico. Yo adoro el plástico, brilla se puede mojar no se rompe tiene un olor increíble. Mi madre lo odia. Es una mierda. Es el puto petróleo. Es la moneda del imperialismo dice. Sé que el petróleo es horrible y el imperialismo también. El imperialismo es los estados unidos y odiamos a los estados unidos. Siempre repite por culpa de los estados unidos estamos donde estamos. Europa primero. Europa y los estados unidos. A mí me gusta mucho donde estamos pero no sé dónde estaríamos si no estuviéramos acá.
Cuando tengo que comprarme zapatos y vamos con mamá a la zapatería que está al lado de la peluquería al lado del bar y muero por esos zapatos rojos con brillitos que están en la vidriera. No digo nada pero ella sabe. Siempre sabe todo. Tiene poderes. Es una bruja. Me acaricia el pelo. Mi chiquita son de plástico. Sí no no los quiero es imperialista. Se ríe. El imperialismo va hacerte morir de frío en invierno y de calor en verano y tus pies van a apestar todo el año. El día de mi cumpleaños abro mi regalo y encuentro los zapatos rojos. Mi corazón explota pero tengo vergüenza me siento mal. Sé que no debería tener estos zapatos. Siento que mi madre ha traicionado sus principios por mi culpa. Tengo ganas de llorar. Me toma en sus brazos. Tan buena esta nenita. Tenés todo el derecho del mundo a estar contenta con tus zapatos mi Lu. A veces digo pelotudeces sabés. Dale probá ponételas.
Nunca me gustó dormir. No, de verdad en sí mismo dormir está bien. Cuando duermo no capto nada sueño, sin preocuparme. Pero la transición entre estar despierta y dormida me cuesta. Y a la inversa es igual. Es una enorme energía de resistencia que se pone en funcionamiento, no la controlo. Probé de todo no hay nada que hacer es así.
Todas las noches a cierta hora es la hora de dormir. La siento llegar y me angustia. Me encanta el momento en que todo el mundo está ahí hay ruido comemos contamos cosas, los viejos y los taxistas del bar de abajo cantan se pelean. Pero sé que desde que terminamos de comer se acabó. Todos los días trato de complicar el ritual todo lo que puedo.
Para alargar la cena hago aparecer a Rosita Margarita. Mi hermana gemela idéntica idéntica que vive en un convento en Argentina que cada tanto viene a hacernos una pequeña visita. Cuando está el postre me voy al baño. Espero un buen rato para que Rosita Margarita tenga tiempo de hacer todo el camino de Argentina a Uruguay. Y es ella la que vuelve y ocupa mi lugar. No habla. Le dicen Lu, me podés pasar no sé qué y ahí ella dice nonono no soy Lu. Y ahí todo el mundo grita aaaaaaaa rositamargarita. Todo el mundo adora a Rosita Margarita y Rosita Margarita adora a todo el mundo. Todo el mundo le hace un montón de preguntas. Habla como una enferma. Habla de su vida en el convento, es huérfana sus padres murieron cuando ella era bebé no lo recuerda para nada. ¿Sos huérfana y hermana gemela de nuestra hermana? Sorprendente. Nilia pregunta siempre cosas así. No se cree del todo esta historia. Pero el resto sí. Mi madre le dice pero sí Nilia ¿no ves cómo se parecen? Rosita Margarita dice sí, sí, pero solo físicamente. Son muy diferentes Rosita Margarita y Lucía. A Lucía le encanta el huevo duro en cambio a RM no le copa para nada. Lucía es ruidosa charlatana roñosa impertinente. RM es tranquila dócil delicada como una rosa como una margarita. Más limpia y correcta imposible. Usa la servilleta para limpiarse las comisuras de los labios dice por favor gracias nunca levanta la voz se queda bien quieta en su silla los pies apoyados en el piso no se ríe casi nunca más bien sonríe moviendo la cabeza. Además Rosita Margarita tiene un acento argentino porteño de no creer. Todo el mundo adora a Rosita Margarita. Pero mi madre siempre dice en un momento Bueno Rosita Margarita, gracias por tu visita pero extraño a mi Lu, necesito que vuelva. Pero podés quedarte si querés. Nono, me tengo que ir, las monjas deben estar preocupadas. Volvé cuando quieras querida. Sí Verónica, muchas gracias por todo. Se va diciendo adiós con la mano, una tradición de su país.
Cuando terminamos de cenar hay que prepararse para dormir. Me cepillo los dientes con mis hermanas, hacemos pis, me lavan un poco. Nilia se agarra el flequillo y le pone una colita parece como una palmera en su cabeza. Se lava la cara se pone cremas. Me encanta.
Me visto no de cualquier manera para dormir. Me lleva un buen rato elegir con mucho cuidado mi ropa de noche. Mi madre me ayuda. Nunca se enoja, nunca me apura, nunca está impaciente. Entonces mi tortuguita, ¿con quién dormimos esta noche? Después de vestirme elijo quién duerme conmigo. Tengo que elegir entre Pepe Pepón sin ojos, uno de mis amigos invisibles Ricky Martin, Tarzán o el Hada Campanita y Amparo la muñeca. Y me meto en la cama. Duermo debajo de la cama de Leticia que ya está roncando. Mi madre me besa buenas noches tortuguita y le toca a mi padre. Viene con un vasito de agua. Para el camellito. Lo bebo de un trago. Me canta canciones. No veo sus labios, solo su bigote moverse. Me encanta su bigote. Manuel mi amigo de la escuela me preguntó ¿cómo es tu papá cuando se saca el bigote? Entré en pánico. Nunca pensé que existía la posibilidad de que se lo sacara. Una noche durante las canciones le pregunté si iba a afeitarse el bigote. ¿Quéres que me lo afeite? ¡No! Se rió. Lo tengo desde la cárcel, desde ahí forma parte de mí no sería yo sin él. Pero si me pedís que me lo saque me lo saco. Nono nunca nunca. Entonces me lo dejo.
Traducción de Lucía Dorin.

Lucía Ehrlich. Uruguayx sagitario del 89. Ascendente incierto, en el acta de nacimiento aparece un signo de interrogación en su hora de nacimiento. La luna en piscis le da por escribir pero no mucho, en general notitas cortas en el celular. Torta en proceso de pansexualización y profesional del fracaso. Hace tatuajes, atiende el teléfono y antes del fin del mundo servía cervezas.

Lucía Dorin (Buenos Aires, 1975) se crió entre Francia y Argentina. Es docente universitaria (UBA, UNA y Lenguas Vivas), magister en ciencias del lenguaje y en escritura creativa, traductora de francés e instructora de yoga. Fue librera, estudió literatura y publicó dos libros de poemas, Almitas en salmuera, (Leviatán, 2007) y Umbría (Zindo & Gafuri, 2019). Tradujo varios autores como Alain Finkielkraut, Antoine de Saint-Exupéry, Guillaume Apollinaire, Akira Mizubayashi y Franck Venaille. Vive en algún lugar del barrio de Chacarita. Le gusta encontrarse a sus amigos de casualidad por la calle.
