
mientras te ayudo con la mudanza
comienza el frío
los misiles cruzan los días martes
a la hora de la siesta, te digo intentando
entablar conversación, sabrás que los aviones
no dejan rastro, examina la trayectoria
de aquel sobre tu hombro
el invierno crece en las raíces de los árboles
trepa mi cuerpo y llega a ti al chocar las manos
en tus maletas guardas climas peores
advierto por si las quieres abrir cuando me vaya
hay fríos que es mejor pasar solos, mejor es no
contagiar el desespero
los misiles no pararán, indicas
sólo faltan tres calles para tu casa
¿nos despedimos una calle antes por si temes
que confunda mi casa con la tuya, siendo las tres
de la mañana, el próximo martes?
pregunto y asientes mirando al cielo
que asumo es la hora del ejercicio
de los misiles contra corea
hay ataques químicosla muchacha con la que duermes
fornicas, revientas como esos misiles
que caen sobre la casa de una familia coreana
mientras te ayudo con las maletas, paciente
del suceso de irnos despegando, dices
bota esto, compraré todo nuevo
en la siguiente temporada
el calor avecina lenguas
de fuego, ¿en qué
idioma podremos
querernos mañana?
las muchachas pasaron sin voltear a verme
ni pena ni asco nos das al voltear me decían
que te sea el amor breve, interrumpido coito
por una mosca que en tus nalgas mete la lengua
agradece que tus genitales bese sin escupirlos
sin deshacerlos en sexos, sin respirarlos antes
como un roce torpe que tiende a la corteza
los amores haces ineficaz e ineficiente
no eres ni vasta como insufrible
y se te aguanta por ternura
de quien daña la vista
hecha de carne
pero ellas rieron
al invitarlas a casa
al decirles hoy pesqué un pez
es mi cumpleaños, quisiera afecto
estoy sola y estoy solo, dos veces triste
y me siento dos veces feo, quise insistir
qué hermosos cadáveres lucen de mañana
cuidar un pensamiento enfermo
requiere te adviertas caminando
herida de ojos, apuntar que nalgas
suben y bajan por las pupilas, tamaño
grande, chorrea el pensamiento adjetivos
posesivos: la quería para mí, para el desborde
de mis manos, para el goce de mi lengua
entrando y saliendo con otros idiomas
cuidarlo requiere
dejar que el pensamiento te posea
arranque las ventanas de la infancia
y al momento de verlo saltar por una
decirle “tú, por qué no vienes aquí
tengo lo que piensas
que tengo: una mujer
u hombre, una granja
con animales u objetos
que penetran a animales
animales que gimen de amor
como puertas que rechinan
si les partes la mandíbula
a besos”
cuidar un pensamiento
enfermo, requiere no dormir
más de lo justo, que erecta amaneces
por la mañana no escuches canciones
de amor son los caminos que van
a un muro de cemento, mantén
tu cabeza lejos de esquinas
el vértice donde dos
piernas se unen
en un pantalón
ajustado
cuidar
un pensamiento
enfermo, requiere
tu atención por los detalles
evitar conglomerados, un choque
de costra en el talón, no permitir
acerque su mejilla la muchacha
que amable en tus ojos sostuvo
el pensamiento por el cuello
y lo besó, como si fueses tú
al que besara, y ella el dios
al que reclamas “ven, baja
tu cabeza a mis rodillas”
quédate ahí
aguanta tu peso
has llegado hasta acá
qué esperas que ocurra
no palmotearán tu espalda
ni las muchachas te darán 'tantán'
en las nalgas te suda una yegua de campo
usada en arado en mitad del verano sobre la línea
del ecuador. Antes de que atrás mires buscando
tu ribete del lingote de metal. Tu brusco tesoro
que si tocas como golpeando puertas, puede
que salgas a abrir y te digas “bienvenida eres
a tus anchas largas”. Pero antes, mucho antes
de lucir un pensamiento en el capó saltando
a un parabrisas como quien a dios extraña
date cuenta que hace rato la belleza
se te sienta en las rodillas
y no te deja de mirar
Del libro Salmos.