
« She laments, sir… her husband goes this
morning a-birding »
William Shakespeare
Les cortaron el cabello los pies las manos ya eran adultos venía el tiempo de la entrega el llanto la hora del luto las estrellas mira
no sé si sabes
que estamos aquí porque júpiter arrasó el sistema solar y lo hizo habitable que luego vino en el pecho la distancia el cuadro que no se endereza su abuelo comiendo con los instrumentos de cirugía un coro de animales un solo rostro devorando las múltiples formas de canción
este es
el rito adecuado para los diez mil caballos que caen
mientras que tú no sabes
qué llevarte a la boca porque
no el tenedor no el cuchillo hija mía ayúdame
que ya no me encuentro las entrañas y
Audubon en la mesa sentado regañándole
qué
postura es esa con los pájaros
la ternura siempre es
más fácil con un trozo de pan en la boca
maría
cómo te atreves a cantarle a los enfermos
con las manos llenas de barro
maría
si aprendimos que la pureza
no nace nunca de la locura ni de la mancha
maría maría maría maría maría
no seas una niña mala
mira
Von Hagens coloreando los riñones inútiles de su abuelo y ella
ella niña estúpida
que pensaba que con la brocha se irían los viajes interminables después de la diálisis el pie fantasma su olor de fruta las manos de Agnès Varda atrapando los animales que cruzaban la carretera y Shakespeare apilando los trocitos de calico las nefronas inservibles haciendo que cantaran los pájaros mientras caían
y la pobre niña pensando
si con las rodillas llenitas de cal cogiera carrerilla con sus órganos en la mano si los llevara así al señor del espacio infinito
si ella con sus mismas manos le abriera la tripa
a su pobre abuelo en busca del asesino y si la niña lo encontrara lo apretara entre sus dedos
negándole la luz y el alimento
olvida la palabra enfermedad, abuelo
el azúcar la vena el cristal la canción de cuna para los muertos los mismos fantasmas tus vecinos que habitan en la planta de diálisis si los llevara así señor si los meciera ella así tendiéndole la mano al accidente si así viniera el nido la constelación la saliva el hambre y el colmillo el carroñero destripando la insulina
si pudiera hacer de la misma manera así lo hacía ella
y de nuevo
la nana el temblor y la caricia con las manos hablándole al infinito los dedos de la abuela deshuesando las criaturitas que lloraban en el limonero
si ella
como él hizo
pudiera coserse una vez aprendida la lección mira si quiere le enseño el camino más fácil para devorarse a uno mismo toda la familia la casa el molino las cántaras de leche todos alcanzando la ecuación perfecta
pero señor
si venimos a morir al vientre de su animal favorito
¿cómo puede usted atreverse a cortarle las trenzas a la tonta de la niña?
mire toque y aprenda
aún está cruda y su abuela que lloraba y lloraba con las manos muy frías otra pobre que murió creyendo que tenía veinte años hablando de novios con la nieta las vacas pastando alrededor del ataúd carcajadas en lugar de mugidos pequeños hombres ardiendo los terneros formando la comitiva preparados para la esperada ceremonia el taxista que lo llevaba al hospital día sí día no en una bandeja el testamento el bisturí también el miembro fantasma las trenzas recién cortadas
mira qué poquita sangre, chiquilla
olvidaste poner la piel del lobo en la puerta
olvidaste llenarle la boca de hierba
por fin aprendida la lección
así es como se prepara un cuerpo a los insectos
el fin comienza ya lo sabe
una multitud
el gozo
sus profesores abrazando la camilla antes de lanzarla
antes de que lleguen las manos la técnica los animales de trapo
qué más da si escribe camilla féretro nido cuna
vientre origen raíz
qué más da la palabra familia si
ella cómo va a poder
cómo muda va a cantarle a su abuelo
si atenta describe los círculos perfectos que hacen los animales antes de acostarse
— antes de morirse —
si nunca supo la diferencia
entre una lápida recién hecha
y un antiguo cabecero
Del poemario Cuaderno de Campo (Ed. La Bella Varsovia, 2017).