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Cajta de cartón
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Las ratas de París son nuestras amigas

limpian la ciudad

la libran

de las deyecciones

que de lo contrario

podrían obstruirnos el drenaje.

Son indispensables en nuestras vidas

son nuestras amigas

aunque pensando

en una definición simple

una definición razonable y rápida y durable

de lo que podríamos llamar amigo

nos vemos obligados a admitir

que lo indispensable no tiene nada que ver

un amigo no es alguien indispensable

un amigo no es indispensable para vivir

no es necesario

es incluso contingente

desde ese punto de vista

un amigo no es una rata

y la rata quizás no sea nuestra amiga.

Entonces hay que recomenzar desde el principio,

corregir

precisar

las ratas de París no son nuestras amigas

por un lado porque son indispensables

y por otro lado

 

las ratas por otro lado no son nuestras amigas

porque esas ratas, las grandes

las ratotas grises de las grandes ciudades como París

nos dan miedo

principalmente cuando aparecen por sorpresa

sobre el fregadero de la cocina

tenemos miedo de no estar a la altura

de ser dominados

por la inteligencia superior que manifiestan

la vemos en sus ojos

en sus bigotes

en ese hocico fisgón que se estira hacia nosotros y nos amenaza

las ratas de París nos asustan.

 

Esto no es motivo suficiente para afirmar

que las ratas no sean nuestras amigas

de hecho puede pasar

que nuestros amigos también nos den miedo

y pueden en ciertas circunstancias

que no anticipamos

porque tenemos la debilidad de creer

que ningún cambio ocurrirá

tenemos la debilidad de temerles a los cambios como a la peste

y la peste, al parecer, son las ratas las que la transmiten

nuestros amigos pueden

convertirse en nuestros enemigos.

Pasa igual con las ratas

las ratas son nuestras amigas

y de la noche a la mañana

se convierten en nuestras enemigas.

Aunque los investigadores

estudien minuciosamente

su comportamiento

colocándoles electrodos directamente en el cerebro

ningún indicio

podría advertirnos de la inminencia

de tal metamorfosis.

 

La ciencia de las ratas no se ha perfeccionado tanto

como para ofrecernos un perfecto control de su población.

 

Cinco millones

cinco millones de ratas

circulan

bajo nuestros pasos

en las tuberías entrañas desagües drenajes alcantarillas túneles cloacas pantanos metro

de los que se enorgullece

la ciudad de París.

Suele ser desagradable

tener que enfrentarse

cuando uno menos se lo espera

a uno de esos especímenes de la especie rata

de la especie rata de París

de lejos uno mantiene la calma

uno se convence de que es un gato

un gato furtivo, un gato veloz

pero cuando el ojo tiene tiempo de ver

cuando tiene la honestidad de discernir

se transita imperceptiblemente

de una constatación a otra

de un gato a una rata

y de una rata a una ratota

una ratotota

y entre el ojo y la mente hay un espacio para acordarse que

la rata es nuestra amiga.

aunque estemos conscientes

de la reversibilidad de la amistad

cuando esta se basa

en un enfrentamiento de inteligencias

la rata es nuestra amiga.

Es gracias a ella que en París

los desechos son eliminados

las toneladas de desechos que cada día

vertemos en contenedores

para deshacernos de la idea misma

de la basura cotidiana

las ratas están ahí para impedir que pensemos

para mantener ciertas ideas sucias

a distancia

por eso son útiles

las ratas nos impiden pensar

que bajo nuestros pies la ciudad de París está agujerada

laberíntica atestada

que bajo nuestros pies París está tejida con entrañas de desperdicio.

Es por eso que nos da tanto asco advertirlas

cuando se escapan corriendo

de los basureros verdes y familiares

que desde que cae la noche

los empleados municipales del servicio de recolección de París

vuelcan en sus camiones verdes

con un enorme estruendo mecánico

verlas sería seguramente como

ver al diablo

ver las propias ideas

ver los propios desperdicios

ver a los amigos convertidos en enemigos

verterse

en los estrechos tubos de los subterráneos parisinos.

 

 

En la madrugada

aunque sean una población indispensable para el mantenimiento de nuestra ciudad

los alcantarilleros de París calzados con largas polainas y vacunados contra todo tipo de enfermedades que creíamos erradicadas desde hace lustros

les dan productos tóxicos para esterilizarlas

―una pareja de ratas

escuchen bien

una pareja de ratas dio origen

escuchen bien

debido al efecto combinado de la fornicación y de la reproducción

a decenas de miles de especímenes.

Por eso los alcantarilleros

para que la población humana no se encuentre completamente sumergida

sumergida y diezmada por la proliferación exponencial de las ratas

y por la consiguiente proliferación de virus y bacterias nocivas

que estas pródigas bestias portan

los alcantarilleros se ven obligados a eliminarlas

debiendo respetar el equilibrio adecuado entre sobrepoblación y

exterminación

corriendo el riesgo de

eliminar radicalmente una especie cuya utilidad

ya no deja lugar a dudas.

Las ratas

sabemos que ahí están pero

la mayoría de las veces

las ignoramos

hacemos de cuenta que no existen

hacemos como si  las ratas de París

no tuvieran derecho a residir en su propia ciudad

pero aunque las ignoremos, les temamos, las despreciemos

no podemos evitar

no podemos francamente evitar

pensar en ellas

como pensamos también

no lo podemos evitar

en nuestros amigos enemigos que no son indispensables y quienes, por eso, no pueden compararse con las ratas

las ratas son efectivamente muy útiles

ingurgitan

depuran

destapan

regulan

evacúan.

París es una ciudad sobrepoblada

una ciudad secreta

una ciudad oscura

una ciudad húmeda

París es una ciudad subterránea

donde las ratas los amigos y los enemigos

proliferan.

UN TEXTO DE

TRADUCCIÓN DE

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